El diccionario define la prudencia como la capacidad de pensar ante ciertos acontecimientos o actividades, sobre los riesgos posibles que estos conllevan y cómo adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios. Es la cualidad de comportarse y hablar sin ofender a nadie ni revelar información privada.
La prudencia es el comportamiento orientado hacia la felicidad, la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con moderación.
La Biblia alaba la virtud de la prudencia. De todas las mujeres de fe cuyas vidas fueron preservadas en la Biblia, hay una que indudablemente se destaca cuando hablamos de prudencia, esa mujer es Abigail; su ejemplo es sin duda algo digno de considerar. Ver 1 Samuel 25:1-42

Claramente todos en algún momento hemos pecado de imprudentes, cuando no es continua esta actitud en nosotros, inmediatamente reaccionamos con vergüenza y necesariamente debemos pedir perdón. Es algo que debemos cortar de raíz y eliminar de nuestra vida, pues la prudencia es el comportamiento orientado hacia la felicidad, la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con moderación.
Abigail estaba casada con un hombre cuya insensatez tuvo consecuencias nefastas y, dadas las circunstancias, se dio cuenta de que sólo ella podía evitar el inminente desastre y proteger su casa. La prudencia nos invita a actuar de forma justa, adecuada y con moderación; es actuar rápido, con diligencia; nos llama a pensar con cabeza fría, hablar sin ofender, ni revelar información privada, buscando siempre el bienestar de todos a nuestro alrededor.
LA PRUDENCIA REQUIERE DE:
- Buen Juicio
- Templanza
- Cordura
- Sabiduría
- Discernimiento
- Aplomo.

Trabajemos para llegar a adquirir Prudencia y tomar buenas decisiones que a futuro den resultados de bien, que sepamos decir las cosas por duras que sean con las palabras adecuadas y así poder preservar nuestra vida y la de quienes nos escuchan y siguen.
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